Y ahora: reforma migratoria

 

Acabo de regresar de Washington DC. Participé en la concentración más numerosa en la capital del país en la era Obama. Fueron más de 200 mil personas las que abarrotaron el National Mall, la principal plaza pública de la ciudad. Los inmigrantes y su justa lucha por la justicia y la dignidad se hicieron presentes frente al Capitolio. Fue una experiencia inolvidable, que me contagió de emoción y de esperanza.

Era un panorama espectacular: inmigrantes provenientes de más de 40 estados de la Unión Americana, enarbolaban banderas, gritaban consignas, ejemplificaban su convicción por la reforma migratoria.

Las pancartas exigían en coreano, chino,  tagalog, español: justicia y dignidad. Era un sólo idioma universal el que se escuchaba en Washington el pasado 21 de marzo. Era como si con el inicio de la primavera la Torre de Babel se venía abajo y en su lugar se levantaba la solidaridad que sólo el pueblo organizado puede pintar, de majestuosa manera , con todos los colores del arco iris.

Pero a pesar de la histórica concentración frente al Capitolio, dentro de los pasillos del Congreso algo extraño sucedía. Los demócratas que tienen mayoría en las dos cámaras del legislativo, impulsaron con toda su fuerza la reforma al sector salud. Lo lograron a pesar de la oposición unánime del partido republicano.

La salud es, sin duda, un tema importante para este país y esta nueva ley se convierte en un momento significativo para el Presidente Obama y su partido. De hecho, con la reforma al sector salud, que el presidente ya convirtió en ley, 32 millones de personas que antes no contaban con un seguro de salud, ahora podrán obtener cobertura médica.

Pero del dicho al hecho hay mucho trecho. Lo cierto es que por lo menos 13 millones de inmigrantes quedan excluidos de la nueva ley de salud en Estados Unidos. El mismo día en que los inmigrantes y su movimiento se hacían presentes en Washington, los Congresistas votaban por excluirlos del paquete legislativo que modificaba el sistema de salud. De hecho, crearon un sistema de salud discriminatorio. ¡Como si los virus y las bacterias supieran distinguir entre quien tiene papeles y quien no!

Es irresponsable y un verdadero insulto que el mismo presidente y los congresistas que aprobaron la ley de reforma al sector salud –que discrimina a nuestra población y que además violenta el derecho a la salud– ahora nos vengan a decir que la reforma migratoria que quieren ofrecernos, va a ser “dura pero justa.”

¿Castigarnos más? ¿Más políticas represivas? ¿Más redadas? ¿Más separación familiar? ¿Más muertos en la frontera?

Ahora es cuando nuestro movimiento tiene que levantar en alto la bandera de la justicia y dejar en claro que nuestros derechos no pueden ser utilizados como monedas de cambio en el sucio juego político de Washington.

Señor Presidente, usted tiene el poder de impulsar una reforma migratoria justa, humana, responsable. Tiene el poder de suspender la campaña de terror que sus agentes continúan desatando en nuestras comunidades. Tiene la oportunidad de estar del lado de la justicia y de la razón. Ahora es cuando señor presidente, usted tiene que estar del lado del pueblo y el pueblo organizado le exige una respuesta.

Christian Ramírez nació en la fronteriza ciudad de Tijuana, Baja California, México. A temprana edad, junto con su familia, se trasladó “al otro lado” y vivió en San Ysidro, California.
Desde 1994 ha trabajado para promover y defender los derechos humanos de las comunidades fronterizas, ocupando puestos de liderazgo en varias organizaciones populares de la región.
Se ha destacado como defensor de los derechos humanos y ha sido invitado a exponer sobre el tema de la frontera y los derechos humanos en conferencias y seminarios locales, regionales, nacionales e internacionales. En la actualidad es el coordinador nacional para asuntos migratorios del American Friends Service Committee.
Radica en el histórico Barrio Logan de San Diego, California.

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