Mujeres vendidas: Quiero un final feliz para mi historia

Erase una vez, en un país llamado México, en una de sus tantas comunidades indígenas, una niña llamada Juana.

Desde pequeña, Juana fue aprendiendo que le debía servir y atender a su papá y hermanos, y que debido a los escasos recursos con que la familia contaba, tenía que sacrificarse y dejar que los hermanos varones siguieran estudiando, sin importar que sus notas escolares fueran excelentes, con la única explicación de que para casarse y tener hijos no necesitaba contar con estudios y que solo debía preocuparse por ser bonita y servicial.

Dócilmente Juana aprendía a cocinar, limpiar y tejer, esperando a que su príncipe azul llegara, para convertirla en esposa, esclava y madre o algún desconocido ofreciera dinero para comprarla y hacer con ella lo que se le antojara.

¿Cuál de las dos opciones anteriores es menos cruel?

En nuestras comunidades, existen historias muy similares a las de Juana y solo con diferentes nombres, donde muchas mujeres son vendidas como objetos, por la módica cantidad que oscila entre los cinco y diez mil pesos. Muchas son golpeadas, obligadas a prostituirse y abandonadas, soportan a esposos que las golpean, son alcohólicos y drogadictos y al mismo tiempo tienen que educar y alimentar a los hijos.

Si estas mujeres no cuentan ni siquiera con la educación básica y jamás han escuchado que tienen derechos y que hay leyes nacionales e internacionales que las protegen y liberan del maltrato en el que viven, [bctt tweet=»Las mujeres, ¿cómo lograrán escapar de la violencia?» username=»hispanicla»]¿cómo lograrán escapar de la violencia?¿Qué más tienen que esperar estas mujeres?

Si sus gobernantes ni se toman la molestia de generar políticas públicas, para que todas ellas conozcan sus derechos y los exijan, si cada día aparecen más mujeres, asesinas, violadas y mutiladas, sin que los agresores y asesinos paguen los crímenes, ya que las autoridades no tienen el menor interés de castigar a los culpables, mismos que siguen cometiendo más delitos.

¿De qué sirve que existan leyes locales y nacionales, así como convenios ratificados y firmados por el gobierno mexicano, que protegen a las mujeres del maltrato y la violencia, si no se cuenta con los elementos, ni se generan condiciones que realimente garanticen a las mujeres una vida libre de violencia?

Tampoco se invierte en proyectos de difusión de los derechos de las mujeres, ya que muchas de ellas ignoran la existencia de esos derechos y si los conocen, no saben a donde acudir para exigirlos.

No basta solo con clasificar los tipos de violencia y firmar convenios, si no se tiene el interés de luchar por combatir y erradicar los tipos de maltrato que sufren las mujeres.

Es inaceptable que muchas mujeres sigan siendo asesinadas por sus propios esposos, y que el castigo se reduzca con el simple argumento de que fue un asesinato por defender el honor.

Muchas Juanas, Catalinas, Marías y Lupes hubiesen aportado sus conocimientos a la ciencia, tecnología y política, para mejorar el medio ambiente y la sociedad, si se les hubiese dado la oportunidad de participar, pero no lo lograron por ser pobres, indígenas y sobre todo mujeres.

Hilda Nayeli Cortez, nació hace 25 años en la comunidad de Rioseco Zoquitlán, Oaxaca, México. Es licenciada en Ciencias de la Comunicación y cuenta con un diplomado en Género, Derechos y Políticas Públicas para el Fortalecimiento de la Ciudadanía. Ha participado en diversos cursos y talleres de periodismo en Género y Violencia hacia las mujeres. Escribe crónica literaria sobre las costumbres de las comunidades de Oaxaca. Ha colaborado en distintos medios de comunicación de Oaxaca así como en campanas políticas. Activista en pro de los Derechos de la Mujer, especialmente activa en marchas contra las Leyes Antiaborto en Oaxaca y a nivel Nacional en México.
Como dato curioso Nayeli es trompetista y formó parte de la orquesta y banda del centro de iniciación musical de Oaxaca (CIMO).

Un comentario

  1. hay infinidad de historias que se aperecen día con día en diferentes partes del país, es reprobable la desigualdad

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