México Político: Felipe el fanfarrón

El juicio de la historia es inevitable. Por ejemplo Vicente Fox, el primer presidente panista y más aún, el primer presidente del cambio luego de casi setenta años del régimen priísta, la historia inmediata lo ubica como un mandatario torpe y por ende salvaje.

Por su parte Felipe Calderón en sus casi cinco años como presidente de la República, ha construido una historia de pésimo gobierno que seguramente su gestión será recordada como la de un mandatario mezquino, perverso, cobarde, mentiroso y fanfarrón.

Cuando Felipe Calderón decidió legitimar su gobierno (a todas luces usurpado) lo hizo con una estrategia contenida en esos manuales tipo “cómo legitimar una presidencia y no morir en el intento”; entonces emprendió una guerra imperiosamente necesaria en nuestro país, contra el narcotráfico y el crimen organizado.

Felipe y sus cercanos sabían o suponían que los resultados positivos de esa guerra les traerían altos índices de aceptación que tarde o temprano los podrían traducir en un invaluable capital político. Sin embargo, la cosas no fueron así.

Los capos de la mafia resultaron tener un músculo exponencialmente mayor del calculado y lo que sería una estrategia de resultados positivos, en pocos meses se convirtió en el dolor de cabeza de la presidencia de la República y como consecuencia provocó la ruptura del tejido social del país que sustentaba en el estado de bienestar de los mexicanos.

Pese a ello, el capricho y la obcecación se apoderaron de Felipe Calderón y sus huestes, que a la fecha, lejos de trazar una política pública que contenga la violencia y las muertes producto de la defensa de intereses de los capos de la mafia, no hay un solo indicio de voluntad por y para cambiar la estrategia fallida y frenar la muerte de personas inocentes, así como los traumas sociales de una guerra que por el momento no presenta ningún rasgo de agotamiento.

Ya desde que Ernesto Cordero Arroyo fue nombrado primero secretario de Desarrollo Social y luego el 9 de diciembre de 2009 (otro error de diciembre) llevado a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, se daban señales de quién podría ser el elegido del presidente en turno.

No obstante, con todo y la ola creciente de crímenes irresolubles, y por tanto una economía dañada en materia de desarrollo, los tiempos electorales han obligado a Felipe Calderón a mirar hacia la actividad política; y mientras “su” guerra continua y continuará, ahora dedica su atención a baldear el camino a Los Pinos del próximo residente.

El tiempo confirmó el rumbo de aquellas señales y la semana pasada un grupo de panistas cercanos a Felipe Calderón, entre los que destacan su esposa, su antiguo coordinador de comunicación social y los otrora dirigentes del partido blanquiazul, dieron su abierto apoyo al maestro en Economía por la Universidad de Pennsylvania, dejando en la lona al puñado de secretarios de Estado que hacen el juego de sombra en la contienda por la sucesión presidencial.

Lamentablemente, este destape no dista mucho de la forma y fondo del reconocido dedazo priísta que tanto tiempo nos tardamos y nos esforzamos como sociedad para diluir; sin embargo hoy resurge con nuevos bríos y con más rasgos de totalitarismo que ni el propio PRI se hubiere imaginado.

Estas actitudes perversas y mezquinas, cada día caracterizan más al gobierno de Felipe Calderón, a quien no sólo le bastó con corromper a la falsa izquierda captando la voluntad de Jesús Ortega para manipular al PRD a su antojo y debilitar la estructura de la verdadera izquierda, sino que además propuso aniquilar la democracia intentando arrebatar las elecciones en el Estado de Michoacán para imponer a su hermana Luisa María Calderón Hinojosa, también conocida por el mote de “Cocoa”, que dicho sea de paso según la versión de Germán Martínez Cázares, es ella “quien empuja y alienta al Presidente a encabezar esa lucha contra los delincuentes de Michoacán y de todo el país.

«Cocoa» tiene el carácter para seguir la batalla de su hermano, y tiene más influencia en el ánimo personal del Presidente que cualquier secretario de Estado.” (Reforma 30-mayo-2011). Nepotismo puro.

El destape de Ernesto Cordero, no es más que una de las tantas pifias de Felipe Calderón que en una actitud fanfarrona, expone a su cordero como el sujeto que “haiga sido como haiga sido” llegará a sucederlo; sin darse cuenta que el PRI y Enrique Peña Nieto ya se preparan para regresar a la silla presidencial. Miopía que por cierto, Felipe Calderón no quiere reconocer o en su defecto conoce y observa bastante bien.

El animo de este gobierno por jugar a la guerra y a la política al mismo tiempo, han hecho que se descuide el desarrollo económico. El fin de semana pasado, el gobierno de Calderón a través de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, negó a las empresas Telmex y Telnor, de Carlos Slim, la posibilidad de ampliar su título de concesión para poder ofrecer los servicios de televisión restringida.

Esto que podría ser materia de otro orden de ideas, impacta en el sentido que la mezquindad, perversidad y desconfianza de Calderón buscan frenar a toda costa la competencia que dañe a Televisa, sin darse cuenta que los más perjudicados somos los usuarios de este tipo de servicios; pero como el compromiso es con la televisora, porque Slim en su momento apoyó a AMLO en su gestión como jefe de Gobierno de DF, no valora que en el momento que las empresas del grupo Carso decidan retirar sus inversiones de la economía mexicana, no solo experimentaremos un catarrito sino un desplome total, ya que nos guste o no, mucho de la estabilidad económica de nuestro país está soportada en la estructuras de estas grandes empresas.

Sería bueno, que en este último tramo de gobierno de Felipe Calderón, dejara de hacerse el inocente mandando mensajes a los ciudadanos que sea a los delincuentes y no a él a quienes debemos reclamar, deje de responsabilizar a los legisladores porque son ellos quienes no quieren generar empleos.

Quizá sea mucho pedir, pero sería bueno que dejara de andar de fanfarrón y mejor se deje de frivolidades y se ponga a trabajar.

 

Juan José Solis Delgado
(Ciudad de México, 1973) Es licenciado en Comunicación Social por la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Xochimilco. Cursó estudios de Economía en la UAM-I. Tiene un diplomado en creación literaria por la Universidad del Claustro de Sor Juana. Cuenta con una especialidad en Desarrollo de Habilidades Docentes por la Universidad Tecnológica de México y cursó la maestría en Comunicación en la Universidad Iberoamericana, especializándose en la comunicación política.
Por más de 12 años ha trabajado como productor y locutor de radio en emisoras como Radiofórmula, Cambio 1440, Radio Capital, Radiorama y ABC Radio.
Ha sido coordinador de producción en programas de televisión en las empresas Televisa y Tv Azteca.
Ha sido responsable de la Comunicación Social de la Subprocuraduría de Justiticia del Estado de México sede en Tlalnepantla.
Fue coordinador de comunicación social en campañas políticas en las elecciones federales intermedias del 2003.
En el campo editorial, se desempeñó como Director Editorial y editor responsable de la revista Alas de papel de Editorial Noctua.
También ha laborado como docente en diversas instituciones de educación superior, como la Universidad de la Comunicación, la Universidad del Claustro de Sor Juana, la Universidad Tecnológica de México y actualmente en Escuela de Periodismo "Carlos Septién García" y en la Universidad Iberoamericana.
Su principal afición es la lectura y en particular las novelas de escritores iberoamericanos. Sus autores favoritos son Mario Vargas Llosa y Juan Carlos Onetti.
Actualmente está encargado de la difusión de la investigación en la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México.

4 comentarios

  1. During the PRI decades, Mexico was inundated with drugs and with a drug culture where violence became a matter of fact daily thing and, as long as it did not affect a person or family directly, it was bearable; a whole accomplice mentality was created whereby fighting the narcos became a bad word, as there are many interests intertwined in this type of culture; basically the people got used to seeing the narco power grow and break the country into a medieval sort of feudal areas ruled, each of them, by a cartel; as long as people looked the other way, it was «business as usual». The PAN resurrected the old Cristero mentality of «no», of fighting back. The PRD displayed, in the figure of Cuautemoc Cardenas, an image of weakness, self-doubt and lack of decision, specially when he allowed the election to be highjacked by his opponent. His heir, Manuel Lopez Obrador, is the perennial «almost president» but there is nothing in him that suggests anything to people other than grilla (political backdoor going-ons), lawyers, and narcoafinity; he does not come on strong against anything in a believable way; he would probably come to some sort of agreement with the narcolords, «I’ll let you do, you keep low profile, we share the profits», a sort of Montezuma-Cortes arrangement. Mexicans know it. As bad as they are having it, they still see Calderon as a brave man putting up a fight against the most dangerous criminal in the world (other than the terrorist states that destroy other nations, plus bankers and assorted mob), a man who, on top of his struggle for his country, has to face off PRIers, PRDers, and the professionals allied with them in the media & politics.

    1. Thank you very much for your comment, but mostly thanks for reading.
      Receive a warm greeting from Mexico City.

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