México Político: Comencemos por cumplir y hacer cumplir la ley

En mi época de estudiante universitario, aprendí una frase que a la fecha me sigue: “En México no pasa nada… y cuando algo pasa… no pasa nada”. Es el caso de la violación a la Constitución que cometió el secretario de seguridad pública federal Genaro García Luna, al recibir de un gobierno extranjero una condecoración sin la autorización y anuencia del Congreso de la Unión.

La ley es clara y el artículo 37 en su inciso C, apartado tercero dice: “La ciudadanía mexicana se pierde: por aceptar o usar condecoraciones extranjeras sin permiso del congreso federal o de su comisión permanente”.

A menos que las imágenes e información pública que se dieron a conocer donde claramente se observa que el presidente colombiano Juan Manuel Santos, le prende  la medalla  de “Servicios distinguidos” que le confirió la Policía Nacional colombiana sean falsas, es contundente que el ingeniero García Luna violentó nuestra Carta Magna. Sin embargo, para la clase política estos son asuntos menores e irrelevantes que no ameritan mayor atención; ya que a estas alturas del partido no se le sancionará a García Luna retirándole la ciudadanía, pues actualmente es el principal mexicano preocupado y ocupado en el combate al crimen organizado (según el espaldarazo recibido en semanas anteriores ante la exigencia de su renuncia al cargo).

Básicamente los legisladores de la bancada panista han salido a la defensa del secretario condecorado, de hecho han dispuesto que el artículo ya no tiene vigencia. No obstante, el asunto medular no es la eficacia o condición retrógrada de este artículo de la Constitución mexicana, aquí el punto fino es que no se cumple con lo que establece la ley; y  por otro lado, si las propias instituciones no son las primeras en cumplir y hacer cumplir la ley, ¿qué se puede esperar en otros ámbitos?

Ya desde la época del presidente Juárez se hablaba de una distinción en el cumplimiento de la ley: “A los enemigos justicia; a los amigos justicia y gracia cuando quepa esta última”. Este es un ejemplo que podría considerarse como punto de quiebre, la ley siempre encontrará espacios de fuga que por el sentimiento o razón que sea, hallará la forma de darle la vuelta al valor de una disposición contenida en la misma. Al final la ley es la misma pero no siempre será justa para todos…

Si en verdad se emprendiera hoy una cruzada para hacer cumplir la ley, no habría que distinguir entre si es un secretario o un ciudadano común quien cometió la infracción, simplemente se sigue la ley al pie de la letra y listo. Pero el problema es que la propia ley tiene espacios vulnerables de donde la política y su clase se entrometen para entorpecer su cauce, de ahí que resulta improcedente y hasta frívolo discutir si se le retira la ciudadanía al un infractor.

El crimen, corrupción e impunidad son acciones que están ligadas directa o indirectamente al no cumplimiento de la ley. Ese es el gran problema. Si bien la solución a las crisis de inseguridad, falta de empleo, desarrollo económico, etc., no está a la vuelta de la esquina, sí se debe contar con un marco legal sólido que no permita se le dé la vuelta a la ley, ni por buenos o malos.No obstante, la construcción de mínimos es fundamental para alcanzar los grandes cambios. Un mínimo es precisamente comenzar por cumplir y hacer cumplir la ley. Si la ley no funciona, entonces se debe adecuar a nuevas formas que soporten la dinámica social, pero nunca se debe estar fuera de la ley. Desde el conductor que se pasa la luz roja, hasta el secretario que recibe una condecoración extranjera. Si eso ya no es vigente, entonces comencemos por modificar la ley, pero mientras eso sucede, la ley debe cumplirse.

Actualmente, el gobierno federal y su ejecutivo han violado sistemáticamente la ley, pero hasta el momento no existe una acción para reclamar en justicia. La pasada marcha nacional por la paz y la dignidad justo exigía cumplir y hacer cumplir la ley, única enmienda que comprometió el habitante de los Pinos, pero que a la fecha tuvo la respuesta inversamente proporcional a su objetivo.

Si en México, los mexicanos no comenzamos por cumplir y hacer cumplir la ley, seguirá siendo vigente por muchos años más aquella frase inicial: En México no pasa nada…

 

Juan José Solis Delgado
(Ciudad de México, 1973) Es licenciado en Comunicación Social por la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Xochimilco. Cursó estudios de Economía en la UAM-I. Tiene un diplomado en creación literaria por la Universidad del Claustro de Sor Juana. Cuenta con una especialidad en Desarrollo de Habilidades Docentes por la Universidad Tecnológica de México y cursó la maestría en Comunicación en la Universidad Iberoamericana, especializándose en la comunicación política.
Por más de 12 años ha trabajado como productor y locutor de radio en emisoras como Radiofórmula, Cambio 1440, Radio Capital, Radiorama y ABC Radio.
Ha sido coordinador de producción en programas de televisión en las empresas Televisa y Tv Azteca.
Ha sido responsable de la Comunicación Social de la Subprocuraduría de Justiticia del Estado de México sede en Tlalnepantla.
Fue coordinador de comunicación social en campañas políticas en las elecciones federales intermedias del 2003.
En el campo editorial, se desempeñó como Director Editorial y editor responsable de la revista Alas de papel de Editorial Noctua.
También ha laborado como docente en diversas instituciones de educación superior, como la Universidad de la Comunicación, la Universidad del Claustro de Sor Juana, la Universidad Tecnológica de México y actualmente en Escuela de Periodismo "Carlos Septién García" y en la Universidad Iberoamericana.
Su principal afición es la lectura y en particular las novelas de escritores iberoamericanos. Sus autores favoritos son Mario Vargas Llosa y Juan Carlos Onetti.
Actualmente está encargado de la difusión de la investigación en la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México.

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