La vuelta a Manhattan en 365 días: Juanita está cansada

Foto: Julienne Schaer

Día 11

Juanita Ardiles, salvadoreña, acaba de terminar con su novio, Carlos Ramos, oriundo de Bucaramanga, Colombia, al cual le lleva 15 años. Lo cita en el restaurante La Caridad donde se conocieron la primera vez bailando salsas de Gilberto Santa Rosa y Oscar de León. Tras pedir una margarita on the rocks para ambos y cerrar este capítulo de su vida, le dice que está cansada de sus silencios y que está cansada de que no la acompañe ni a la esquina. Está cansada además de que la trate como a su vulgar su compañera de cuarto.

Algo escucha Carlos Ramos, disimulado pero al parecer no quiere detalles.

Los audífonos de su I Pod de gimen un callado  «No quiero naa regalao».

Ramos asiente con la cabeza. Ha estado esperando por años para escuchar lo que Juanita Ardiles acaba de soltar de un  trancazo. La chancha de «La Caridad» gime una canción de Aventura que ninguno de los dos reconoce. Ambos pagan la cuenta y se van.»No hay problema, nos vemos Juanita», dice Ramos frente a Ardiles, parados ambos en la 104 y Lexington. Desde los audífonos suena la repetida cantinela de Oscar de León «Llorarás».

Carlos se muda a fin de mes y ambos acuerdan dividir los gastos del divorcio: $250 por cabeza.  Al mes Carlos Ramos llega con un van de un amigo y saca sus cosas de la casa.

Juanita Ardiles espera su úlimo portazo para discar el número de su nueva novia, Carla Pérez, oriunda de Cali. Carla caleña y Juanita salvadoreña se conocieron bailando bachata y bebiendo cerveza Negra Modelo del grupo Aventura en el bar Chuecas. Desde entonces acostumbran tener sexo en el departamento de Carla Pérez la cual vive de allegada en la casa de su tía.

En cuanto se muda Carlos de casa de Juanita Ardiles, ésta da un brinco de gusto y llama a Carla de Cali para decirle que puede mudarse al otro día a su casa. Juanita habla por veinte minutos de lo que le ha dicho a Carlos Ramos. Carla escucha y asiente con la cabeza cinco veces, una cada cuatro minutos aproximadamente, que Juanita de tanto hablar no escucha por el auricular.

“Múdate conmigo, anda, múdate conmigo” implora Juanita Ardiles diciéndole como le dijo a Carlos Ramos, que le cobrará la mitad de la renta. Carla reúne sus cosas, le dice adiós a la tía y se muda con la salvadoreña. Después de cinco días de noches fogosas, Juanita echa a Carla del cuarto y ésta  comienza a dormir en el cuarto de al lado, hecho que Juanita Ardiles, salvadoreña, comienza a disgustarle.

Al mes siguiente Juanita Ardiles  termina con su novia caleña. Primero la cita en Chuecas. Al llegar la caleña, pide dos Negras Modelos.  Le dice que está cansada de sus silencios, de que la trate sólo como su compañera de cuarto. Carla caleña no escucha. Pulsa su I Pod, regalo de la salvadoreña. La voz femenina gime una y otra vez «no, no es amor, lo que tú sientes se llama obsesión».

Profesora chilena (Valparaíso, 1970). Reside en Nueva York (EUA) desde hace doce años. Ha colaborado para el periódico literario Puente Latino, Hoy de Nueva York. Forma parte del Espacio de Escritores del Bronx Writer’s Corps. Cuentos suyos han aparecido en las revistas Hybrido y Conciencia. Sus poemas, ensayos, artículos y cuentos han sido publicados por la Revista virtual Letralia de Venezuela. Sus poemas aparecen en las publicaciones mexicanas La Mujer Rota y la Revista Virtual Letrambulario además de Centro Poetico, publicación virtual española. Actualmente se desempeña como profesora de español de segunda lengua en Frederick Douglass Academy II de Harlem y realiza estudios de Doctorado en Literatura Hispánica y Luso Brasileña en Graduate Center, City University of New York.

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