Honduras: fracasa el acuerdo de San José

Después de dos días en Tegucigalpa la comisión de Cancilleres enviada por la OEA hizo lo previsto y siguió sin sorpresas el guión establecido. En Honduras algunos estaban “contentos” porque habían tenido la oportunidad de ser escuchados. Ciertamente nadie venía a “dialogar” ni a “escuchar” nada. La decisión estaba tomada previamente tanto por la OEA como por el gobierno de Roberto Micheletti.

Sin embargo el secretario general José Miguel Insulza parece que se dio cuenta del poco apoyo que tiene Manuel Zelaya y lo manifestó en su informe en Washington. Puede que con su comentario de que todavía hay espacio para el diálogo, quiera decir que si Zelaya acepta renunciar, algo bastante improbable, exista una ventana de oportunidad para empezar de cero. Al final sonrió mientras le daba la mano a Micheletti y luego le recordó sutilmente a Zelaya que sin amnistía el regreso a Honduras sería un infierno de pleitos jurídicos.

Entierro formal

A pesar de que todos hablaban de seguir negociando, en Tegucigalpa se enterró formalmente el “acuerdo de San José” y se abrió un futuro incierto lleno de nubarrones para la nación hondureña, a pesar del moderado optimismo del Secretario General de la OEA.

Paralelamente “el Imperio”, siguiendo con su política tradicional de garrote y zanahoria, golpeó donde más le duele a un país de emigrantes “para ayudar a que la misión de la OEA tuviera éxito”: canceló Estados Unidos indefinidamente la emisión de visas para hondureños, lo que a efectos prácticos supone que quienes se les vaya venciendo su permiso de entrada a los Estados Unidos, se verán impedidos para visitar de una forma legal a sus familias que se encuentran en EEUU;

que no habrán hondureños en universidades estadounidenses y que los empresarios a los que se les venza el permiso tendrán que hacer sus negocios a distancia.

En su declaración final los cancilleres de la OEA se refirieron al “Presidente Zelaya y al Señor Micheletti” y señalaron que se habían reunido, entre otros, con miembros del gobierno del presidente Zelaya y con los poderes y órganos del Estado, entre los que identificaban al Congreso Nacional, la Corte Suprema de Justicia, el Tribunal Supremo Electoral, la Fiscalía y la Secretaría de Defensa y Fuerzas Armadas. Los errores tratando de cuidar las formas son graves.

Sin entrar a discutir detalles que habían desaparecido en el espíritu “negociador” de San José, como el del tratamiento de Zelaya y Micheletti, con el que tuvieron a bien reunirse en la casa presidencial, ¿cómo puede entenderse que sigan reconociendo la existencia legítima de los poderes y órganos del estado hondureño, y sin embargo no legitimen sus decisiones, pasadas o futuras?

Y lo que es más grave, ¿desde cuándo y en que país democrático la Secretaria de Defensa y Fuerzas Armadas –que dicho sea de paso no se llama así en Honduras- es un poder del Estado? ¿No era que la OEA estaba tratando de evitar el regreso de los militares al poder en América Latina?

Cuestionar la campaña internacional

Sí me alegra personalmente que se reunieran con miembros del gobierno Zelaya, porque tengo aprecio y respeto personal por más de uno de esos políticos y porque se mostró públicamente lo que yo ví en Tegucigalpa y es que los miembros del gobierno Zelaya que no fueron acusados de corrupción siguen viviendo, trabajando y desplazándose en Honduras con normalidad. Ello inevitablemente lleva a que nos cuestionemos sobre la campaña internacional que afirma que en Honduras existe persecución hacia los políticos cercanos a Zelaya.

En los últimos días viajaron a Tegucigalpa tanto la comisión de derechos humanos de la OEA como la de Cancilleres, con un as en la manga que poca gente esperaba que fuera lanzado de una forma tan radical: la ya citada suspensión de la emisión de visas por parte de los Estados Unidos.

Es difícil de aceptar que una comisión que teóricamente venía a negociar y escuchar puntos de vista, supiera anticipadamente que se iba a golpear tan seriamente la estabilidad del país al que estaban “escuchando”. Parece que ésta será la primera de una cadena de acciones que pretenderán poner de rodillas a Honduras. Es posible que esta medida y las que la sigan agudicen la polarización interna del país, pero es difícil que logren su objetivo y cambien el rumbo de las cosas, al menos a corto plazo.

Los partidarios del cambio político, que siguen siendo mayoría, van a reaccionar patrióticamente y se van a sentir dolidos, pero no van a moverse ni un centímetro.

Algunos partidarios de Zelaya, supuestamente situados en la izquierda política, pero también con intereses en Estados Unidos, puede que pierdan la paciencia y provoquen actos violentos, ya que las consecuencias de la política impulsada por Micheletti y sus partidarios les perjudica personalmente.

Estados Unidos no sólo prestó el avión a la comisión para llegar a Tegucigalpa, sino que ayer se implicó un poco más en el problema, mientras su embajador en Honduras alargaba indefinidamente sus vacaciones en su país.

A pesar de la “contundencia” de la medida, la acción sin embargo se me hace más un gesto que una política que tenga vocación de perdurar, porque los que la han ideado piensan que por la fuerza el régimen hondureño durará poco (como ha señalado el presidente de República Dominicana).

La mayoría de las visas son por diez años, y tardarán en verse los efectos de las restricciones, de tal forma que cuando la crisis acabe se restaurará este servicio y probablemente no seran tantas las personas afectadas.

Agentes desestabilizadores

¿Cuál será la respuesta de los latinos en Estados Unidos si esto se alarga? Seguramente los gringos no se habrían atrevido a hacer lo mismo a México.

Los hondureños están concentrados principalmente en Los Ángeles, Houston, Miami, Nueva Orleans, Washington DC y Nueva York y aunque no son muchos, en comparación con otros latinos de latitudes diferentes, pueden convertirse en importantes activistas desestabilizadores del sistema político estadounidense.

Todavía recuerdo el partido de futbol entre los Estados Unidos y Honduras en Washington, creo que en 2002 y mi sorpresa cuando ví que el estadio era azul y blanco y que la capital del Imperio parecía San Pedro Sula.

Si los hondureños en Estados Unidos empiezan a involucrarse y a participar activamente en las movilizaciones políticas de los latinos, pronto éste puede convertirse, especialmente con el apoyo del partido Republicano, en un asunto de política interna estadounidense, lo que no creo que le interese al partido Demócrata por la importancia del voto latino entre sus electores.

¿Está tratando Insulza cambiar de estrategia?

Oscar Arias, el presidente de Costa Rica, y su plan pasan a la historia por insistir en un regreso de Zelaya que no acepta la mayoría de los hondureños. Enrique Iglesias se regresó a España a coordinar la Secretaría General Iberoamericana que encabeza,. El diálogo interno lamentablemente cada día es más complicado en Honduras porque todo conspira para que la tensión continúe y los actores se polaricen más. Micheletti ha dicho que aguantará, e Insulza se ha dado cuenta de que este viejo diputado de Yoro no está bromeando.

Las tres posibilidades de Insulza

Después de la emotiva escena de Micheletti en la que pedía disculpas a Insulza, tras señalarle el daño que hizo a Honduras con sus actitudes “intolerantes”, es probable que el Secretario General de la OEA aproveche la situación y quiera seguir manteniendo abierto un diálogo protagonizado por él. Una posibilidad es que persuada a Zelaya de regresar a su rancho con inmunidad, para vivir tranquilo el resto de sus días, dejando que las elecciones se celebren.

Otra es que deje que la comunidad internacional imponga las medidas que crea convenientes dejando pasar el tiempo, las elecciones en Honduras y su reelección como Secretario General, para después retomar el liderazgo de nuevo y restablecer a Honduras entre las naciones “bendecidas” por su buen comportamiento democrático (por lo menos en lo formal).

El tercer escenario es que lidere la presión internacional contra Honduras; pero ya han tratado de golpear y presionar y poco han logrado con esas medidas excepto generar inestabilidad interna y tensión entre la población.

La continuidad de la crisis y el aislamiento de un país que celebra elecciones y que quiere vivir según las reglas democráticas, se convertiría finalmente en la tumba política de Insulza. La sonrisa de Insulza invita a pensar que se moverá en el segundo escenario, pero lo tendremos que ver.

Lo malo de todo esto es que si los hondureños no aprovechan la situación para evolucionar internamente, el sistema político continuará sin cambios significativos y nada habrá cambiado.

España, un papel lamentable

Estos días también llegó a Tegucigalpa el juez Baltasar Garzón. El papel español en las crisis latinoamericanas ha sido lamentable y se ha orientado más por cuestiones “ideológicas” y de “conveniencia” que por su comprensión de la realidad latinoamericana.

La política exterior española ha sido en los últimos años oportunista y en ocasiones se ha acercado al ridículo. En 2002 el gobierno de la derecha española reconoció al gobierno golpista que pretendía acabar con Hugo Chávez y hoy el gobierno del PSOE hace lo posible para que Zelaya retome al poder, incluso presionando para que el Banco de Integración Centroamericano no entregue dinero comprometido a Honduras.

A pesar de la experiencia en la transición española, que se han vendido muy bien, eso no otorga patente de corso para que los políticos españoles se crean genéticamente dotados para exportar conocimiento en construcción de democracias.

Cooperación española hace labores importantes, pero los gobiernos de turno actúan muchas veces con desconocimiento y sus políticos se mueven prejuiciados por experiencias políticas que poco tienen que ver con la región.

Español, naturalizado mexicano, Carlos Barrachina Lison es catedrático e investigador de temas de Defensa y Seguridad. Tiene un doctorado en Ciencias Politicas, Departamento de Ciencia Política y de la Administración de la UNED "El regreso a los cuarteles. Militares y cambio político en la transición
española (1976-1981).
Es secretario de Posgrado de la Division de Ciencias Politicas de la Universidad de Quintana Roo en Mexico y miembro del Sistema Nacional de Investigadores mexicanos en el nivel 1.
Ha trabajado 4 años en Washington, D.C., como profesor e investigador en el Centro de Estudios de Defensa Hemisférica en la National Defense University.
Libros: Democracias en transición en Honduras y Nicaragua. Gobernabilidad, seguridad y defensa;. Carlos Barrachina (Coordinador). Plaza y Valdés /Universidad de Quintana Roo, México-Barcelona 2009.
La participación política de los militares en la transición española;. Ediciones Pomares/Universidad de Quintana Roo, México-Barcelona 2007.
Procès a la Guàrdia Civil. Causa 1/39, en colaboración con Manel Risques. Pórtic/ Enciclopedia Catalana. Collecció Monografíes. Barcelona, 2000.

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