¡Feliz cumpleaños México!

No se me olvidan los agravios pero te felicito. Este mes, este año, por así decirlo, estás, estamos, de fiesta contigo. ¡Felices fiestas patrias! ¡Que vivan todos pero todos esta vez!

Sin diferencias

Hoy no haremos diferencias. Quién quiera estar feliz con su banderita, o sin ella, que se venga a celebrar. Tenemos corazón, canciones, comidas y bebidas para todos los gustos. También tenemos idiomas, muchos, como para hablar con todos. Ven a conversar.

Queremos saber que es lo que piensas. Cuéntame tus ideas, tu historia. Píntame con tus colores. Ven que quiero escuchar tu lado de la verdad. No seas tímido, ven, habla, que lo que tú piensas del país hace la patria.

Sé que no es el grito sino los gritos los que reclaman libertad.

Sé, sabemos, tal vez, que para disfrutar la independencia nos ha hecho falta asimilar la colonia, entenderla y liberarnos realmente de sus sombras.  No hemos aprendido a vernos, ni a entendernos, ni a aceptarnos como somos. Somos un pueblo de chilpayates inseguros de lo que podemos ser. No hemos visto nuestras alas. Y me vas a preguntar que ¿cuáles alas? Y yo te contestar que no tenemos pero que las soñamos. Cierra los ojos ¿las ves? Eres el águila que dialoga con la serpiente. La ciudad que tiembla sobre el agua. El pueblo que escucha antes de hablar.

Felicidades México y como dicen la edad no se pregunta.

Esto es lo que yo celebro

Además, cada quien celebra lo que quiere, lo que puede, o lo que debe o no debe celebrar. Celebramos lo que soñamos por ti día a día. Yo, personalmente, celebro las cabezas Olmecas, el cero Maya, las figuras Toltecas, el mito de la creación de la Luna, el sol azteca, los poemas de Sor Juana, a Mariano, la resistencia Mixteca (hay cosas que nunca se pueden conquistar),  los curas promiscuos, los misioneros humanistas, a Juárez, a los Niños Héroes, a Octavio Paz, a los liberales, al ejercito Zapatista, a los estudiantes del 68, la caída del PRI, a Madero, a Nervo, a Vasconcelos, las canciones de Jiménez y las de Caifanes, a Cárdenas, a Frida, a Nezahualcóyolt, a Guerrero y a lo guerrero, a mi familia y a las familias de mis amigos y sus días festivos.

Celebro a Guatemala y la vida en Los Ángeles, celebro la diversidad de México, su historia múltiple, sus naciones, lo de adentro, lo de afuera, todo lo que en una lista no puedo nombrar, la búsqueda de la libertad, las ideas, el respeto, la democracia que palabra a palabra intentamos construir. Celebro lo bonito y lo feo, la paz, lo que no se contrasta con nada, lo único, la Luna vista desde el ombligo, el cuarto de mi casa, el calor, los colores, el sabor y los olores, los fantasmas, los muertos, lo vivo, el amor, todo, todo, todo en esta historia de mucho siglos. Una historia de realidades burdas y de libertades pendientes.

[bctt tweet=»¡Felicidades México, feliz cumpleaños! aquí tienes tu regalo, es el mismo que te han dado orgullosamente millones de mexicanos, es el mismo que les has arrebatado (Miguel Olmedo Valle) » username=»hispanicla»]

Yo soy México, tú eres México

Al final  y al principio de cuentas yo soy México, tú eres México, él, ella y ellos son México, nosotros somos.  México es lo que ha sido, lo que fue, lo que pudo ser, lo que será y lo que es. La patria empieza en nuestras manos. Y no hace falta ver la tele para celebrar, lanzar cohetes, tomar tequila o creerle al Presidente. Vivimos en un mundo globalizado donde el nacionalismo es un berrinche de la identidad. Sin embargo, somos mexicanos porque somos mexicanos, porque tenemos, quizá, una forma propia de hacer amigos.

¡Felicidades México, feliz cumpleaños! aquí tienes tu regalo, es el mismo que te han dado orgullosamente millones de mexicanos, es el mismo que les has arrebatado.

(Del archivo de HispanicLA. Originalmente publicado el 16 de septiembre de 2010)

Miguel Olmedo Valle (La Huerta, Jalisco; 1982) escritor nocturno mexicano. Trabaja de día, escribe de noche y los fines de semana se entretiene quemando sus propias palabras. Ha visto lo visible y ha soñado lo invisible. Y sin embargo, todavía cree en la verdad. Le molesta la condición humana y la inhumana. Ojalá que al empezar la noche se convierta en un buen fantasma.

2 comentarios

  1. Me gustaría que la poeta Antonieta Villamil hable sobre un tema que conoce bien y que es nada conocido: la primera stunt woman de Hollywood fue una mexicana. Yo no la voy a contar aunque es una historia sorprendente. Anto, esa historia es tuya mujer. ¡Dale!

  2. Tremenda lista de buenas razones para celebrar, Miguel. Hoy recuerdo otra que celebrar y no es la hospitalidad proverbial mexicana sino su capacidad de renacer; recuerdo uno de los muchos renaceres de México, de sus reinvenciones: el cine de la época de oro.

    El cine mexicano renació en los 1940s cuando Estados Unidos limitó su producción cinematográfica durante la II Guerra Mundial a fin de dedicarse a películas de propaganda de guerra; los cineastas mexicanos aprovecharon el talento local y se desarrolló el Cine de Oro de México, que duró hasta finales de los 50s por lo menos (Tin Tay Cantinflas, La Doña y el Indio Fernández, las pelis de rancheras y mariachis, etc). Con el cine renació la música e incluso la moda un poco porque María Félix se puso ropa de tehuana en «Tizoc», una predecesora de Lila Downs en cierto sentido.

    El estrecho nexo entre el cine mexicano y el estadounidense ya antes se había manifestado, cuando la Revolución hizo que llegaran a Hollywood gente como Ramón Novarro y Lupe Vélez (¿Dolores del Río también), es decir los primeros Latin Lovers de nuestra industria cinematográfica. Por no mencionar las del Santo, clase aparte, con sus pelis de terror que dieron la vuelta a Hispanoamérica. Lo mismo con los periódicos…

    No sé si me equivoco o está apareciendo en el horizonte, como el malo de la película, una tercera fase del cine mexicano y mexicoamericano. Me refiero a pelis como «Machete» de Robert Rodríguez, que toca conjuntamente el tema de la inmigración y el narco, en vez de quedarse con uno de los dos temas como en las pelis de los hermanos Almada.
    El tema de la inmigración se reactivó en los 1980s con «El Norte», la coproducción mexicano-alemana, y luego han habido varios films mexicanos con ese tema. Pero Hollywood ha brillado por su ausencia. Uno de mis ex-estudiantes es director y va a traer a mi clase el martes que viene su cortometraje sobre inmigración mexicana. Por eso creo que les va a servir de contacto con la realidad a mis estudiantes el leerte y escucharte y hacerte preguntas (la mitad son mexicanos, la otra centroamericanos). Yo soy medio pocha en este sentido, aunque intento informarme imparcialmente de cada tema.

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