En Los Angeles el Mundial es diferente

 

Se abren las compuertas celestiales, un rayo parte de un extremo a otro el firmamento y el tiempo se detiene.Por un mes. Hasta que termine la dulce ilusión, también llamada Copa del Mundo FIFA 2010 o simple y cariñosamente, el Mundial de fútbol.

En (casi) todas las urbes de (casi, casi) todos los países de todo el mundo, la unidad nacional estará a la orden del día, cuando 32 selecciones nacionales  comiencen a jugarse la vida en Sudáfrica.

Así, Buenos Aires sólo quiere  ver a su ídolo Maradona bailando desnudo en el Obelisco como lo prometió si Argentina ganaba la Copa.

En El Zócalo de México una pantalla digital gigante atraerá a dos millones de espectadores. Las calles de Río de Janeiro se visten de verde-amarelo y cualquier cosa menos la Copa para Brasil será una derrota terrible.

Pero Los Angeles es diferente.

Aquí no hay un equipo favorito, ni siquiera dos.

Los angelinos representamos a todo el universo de participantes del Mundial.

Sí, los más quieren a México y a Estados Unidos. Pero tenemos residentes brasileños a lo largo del bulevar Venice en el Oeste de Los Angeles. Pubs de ingleses en Santa Mónica. Oriundos de Grecia en la portuaria San Pedro. Eslavos y serbios – representados por Eslovaquia, Eslovenia y, Serbia – en Northridge y el Valle de San Fernando.

Coreanos, unos 120,000 en Koreatown y sus alrededores. Japoneses en
Gardena, Torrance y en Los Angeles a lo largo de la Sawtelle entre la
avenida Olympic y el bulevar Santa Mónica y en Little Tokio. Ghaneses,
nigerianos y marfileños en la zona de Pico – La Brea. Hondureños en el
barrio Pico-Union. Argentinos en Burbank, Glendale, Hollywood, y
alemanes americanos — de los 51 millones en todo el país, en el Oeste
de Los Angeles.

No por nada el 20% del total de minorías del país viven en California. Y todos vamos a ver los partidos.

Eso quiere decir  que como la diferencia de horarios desde Sudáfrica implica encuentros que iniciarán a las 4:30 ó 7 de la mañana, nos espera desde el viernes un mes de hombres y mujeres con profundas ojeras y signos de creciente angustia, y de familias enteras que madrugan. El consumo de café saltará por los cielos.

Por eso del horario y porque los canales regulares transmiten todos los encuentros, los restaurantes no serán esta vez los focos de reunión, sino las casas. Quizás hasta los mismos dormitorios.

En los supermercados — en mi barrio del Este de Los Angeles, donde no hay, en las licorerías — se venden botanas, cervezas y otros refrescos imprescindibles y la gente hace de ellos justificado acopio.

Las rivalidades de los equipos nacionales que participan convierten de pronto a este mar de inmigrantes que somos en nuevos grupos de contendientes.

Pero algo más nos une.

Una vez más, como en la crisis económica, queremos un milagro. Los de México para llegar al quinto partido. El equipo de Estados Unidos, el que las emisoras quieren llamar “el de todos”, clasificar a la próxima ronda. Argentina para no hacer un papelón. Uruguay, resarcirse de la mala racha desde 1950. Brasil… ser Brasil. Honduras, acumular unos puntos. Chile, confirmar su buena campaña. Paraguay, al menos, ganarle a Italia.
Y todos, todos, que durante este mes nada nos distraiga de nuestra
distracción favorita.

Fundador y co-editor de HispanicLA. Editor en jefe del diario La Opinión en Los Ángeles hasta enero de 2021 y su actual Editor Emérito.
Nació en Buenos Aires, Argentina, vivió en Israel y reside en Los Ángeles, California. Es periodista, bloguero, poeta, novelista y cuentista. Fue director editorial de Huffington Post Voces entre 2011 y 2014 y editor de noticias, también para La Opinión. Anteriormente, corresponsal de radio.
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Founder and co-editor of HispanicLA. Editor-in-chief of the newspaper La Opinión in Los Angeles until January 2021 and Editor Emeritus since then.
Born in Buenos Aires, Argentina, lived in Israel and resides in Los Angeles, California. Journalist, blogger, poet, novelist and short story writer. He was editorial director of Huffington Post Voces between 2011 and 2014 and news editor, also for La Opinión. Previously, he was a radio correspondent.

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