El Tri, los mundiales y la derrota

Por quinta vez consecutiva, el Tri ha quedado fuera del Mundial en octavos de final. Por segunda vez seguida contra Argentina. Si la eliminación del Mundial pasado fue dolorosa, esta ha sido vergonzosa. Se cometieron muchos errores dentro y fuera de la cancha. Algunos culpan al arbitro, otros a Osorio, a Aguirre, a los demás. Siempre a los demás, con tal de no echarnos la culpa. Nadie se hace responsable. Nadie se detiene a meditar el 3 a 1 que duele y cala y es reflejo y consecuencia de otros fracasos.

Recuerdo una tarde de Julio de 1990, corría por las calles de mi pueblo con la pelota en el pie cuando me detuve a levantar un periódico del suelo. A ocho columnas vi la majestuosa copa mundial con el lema Alemania campeón. Después del 86, la Argentina era nuestra hermana futbolística, le teníamos respeto e incluso admiración, quizá porque nunca nos enfrentábamos en la cancha. Ademas, México se había quedado sin mundial aquel año debido a un escándalo severo de corrupción.

La trampa de los directivos del fútbol mexicano marginó a una generación de futbolistas que incluía a Javier Aguirre y al entonces mejor goleador del mundo: Hugo Sanchez. Si el Tri es México, México y sus directivos desde entonces le han quedado debiendo mucho a los mexicanos. Ese Mundial se perdió no por falta de calidad, sino por falta de transparencia, de ética y de principios. Supongo que se corrigieron algunas cosas y ya para el 93 éramos subcampeones en la Copa América.

En el 94 se perdió contra Bulgaria en penales. En el 98 se perdió contra Alemania. En el 2002 nos llenamos de vergüenza al perder contra el vecino. En el 2006 con un gol mágico nos echó Argentina y en este 2010,  como se dice coloquialmente, la cagamos en todos los aspectos. Ahora es momento de reflexionar para entender lo que pasó y para corregir lo que viene.

La selección de Lavolpe jugaba con linea de 5, era rápida por las bandas, tenía un portero seguro aunque temperamental, carecía de delanteros capaces pero el juego en conjunto permitía que en los partidos el equipo saliera adelante. Lavolpe era (es) un genio de la estrategia y como todos cometió errores de calculo pero no de forma. Hugo Sanchez le declaró la guerra mediática e inmediatamente después del Mundial logró que los directivos no le renovaran contrato al argentino.

Hugo llegó al banquillo. El Tri obtuvo un tercer lugar en la Copa América y el subcampeonato en la Copa Oro con un juego elegante y rápido. Sin embargo por falta de visión, los directivos le abrieron las puertas a sus caprichos y le dejaron a su cargo la dirección técnica de todas las selecciones. Consecuentemente, la sub-23 no logró calificar a los Juegos Olímpicos. En el partido decisivo contra Haiti faltó un gol a favor pero sobraron muchas otras cosas, sobre todos los medios.

Recuerdo que antes de entrar al estadio Home Depot Center un reportero televisivo se acercó  y me pidió que dijera cosas estúpidas frente a la cámara en contra del entrenador ante lo cual me opuse y cuestioné su falta de integridad profesional y de respeto hacia mi persona. Hugo fue el pez que murió por su propia boca, la cual tiene más soberbia que palabras (y palabras tiene muchas). Sin embargo el Tri como proyecto de trabajo fue el que salió perdiendo. Después pasaron Chucho Ramirez y Sven-Goran Erickson, como interino el primero y como turista el último.

El Tri estuvo a punto de no calificar y dicen que el mismo Presidente de la República mandó a llamar a Aguirre para lograr esa misión. ¿Quién dijo que el fútbol no es parte de la política en los países jodidos? Los compadrazgos que se ven en los partidos políticos también se vieron en la lista final de seleccionados. Por su parte, Aguirre también tuvo su spot televisivo de campaña, eso si, más emotivo que la mayoría e incluso más honesto pero no por eso menos errado y fuera de lugar. Aguirre fue el héroe nacional, hasta que alineó al Conejo y a Franco. Hay errores que no se pueden ocultar cuando en la tele todo se ve.

El partido inaugural del Mundial decepcionó los pronósticos. Los estadistas deportivos subestimaban al anfitrión y se inclinaban por una victoria de México. Argumentando que el equipo norteamericano tenía más argumentos futbolísticos que el africano. Olvidaron que el dueño de casa no podía perder, cada centímetro del estadio, de la ciudad, indicaba que el esfuerzo por tener la copa en casa no había empezado con el silbatazo inicial. El bello estadio es menos majestuoso que el esfuerzo de todos los sudafricanos que se unieron para organizar un mundial histórico.

El Tri tuvo su pequeño momento de gloria al propinarle un golpe de muerte a Francia pero contra los Charrúas volvió de inmediato a la realidad. La selección mostró velocidad al frente y solidez en la media cancha. La defensa fue intermitente con la excepción de Salcido que mostró un gran nivel. Aguirre acertó al poner al capitán Rafa como medio de contención pero falló al quitarle la capitanía. El portero jugó bien con los pies pero no con las manos, incluso podría casi asegurar que los marcadores hubieran sido los mismos con o sin portero. Guardado vio casi todo el Mundial desde la cancha y al Bofo, que no se movió, sólo le faltó salir al campo con una cámara fotográfica.

Llegó el partido contra Argentina que venía con plan de campeón mundial. Un pase filtrado, el guardameta inepto rebota la pelota, Messi tira, Tevez en fuera de lugar la empuja, corre, se sabe en posición ilegitima pero celebra, voltea a ver al juez de linea que no se entera y sigue celebrando. Gol del árbitro. Los mexicanos ven el gol en las pantallas del estadio y reclaman la injusticia, después dan patadas y entregan un gol más. 2-0, gol de Argentina. 3 a 0, golazo de Tevez. La derrota es nuestra. Algo horrible sucede cuando te golean, como cuando atropellan a un niño o la generación de oro. La generación de Gio, Vela, Guardado, Ochoa, Juarez, Barrrera, Moreno, Nilo, Chicharito que anota con el orgullo para marcar el de la honra, el 3 a 1, tendrá su verdadera oportunidad en 4 años.

Se acaba el tiempo y se desinfla la esperanza. No habrá periódicos en las calles que digan que México es campeón del mundo pero habrá niños para soñar con el balón en el pie y para levantar las hojas de los diarios que hablan de otra derrota.

Miguel Olmedo Valle (La Huerta, Jalisco; 1982) escritor nocturno mexicano. Trabaja de día, escribe de noche y los fines de semana se entretiene quemando sus propias palabras. Ha visto lo visible y ha soñado lo invisible. Y sin embargo, todavía cree en la verdad. Le molesta la condición humana y la inhumana. Ojalá que al empezar la noche se convierta en un buen fantasma.

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