DESDE HONDURAS: Regresa la tensión

Poco duró la calma y el “descanso” en Honduras. Se reiniciaron las manifestaciones y como se había señalado en estos reportes, la policía empezó a actuar de forma más contundente. El choque se visualizó con claridad en los medios internacionales en la Universidad Autónoma de Honduras, con la imagen de una rectora, Julieta Castellanos, que caía al suelo por un empujón de un policía que estaba golpeando a una estudiante y que accidentalmente tiró a Castellanos al suelo.

Altercados en la Universidad

La campaña electoral inició, si bien no todavía de formal oficial, y Elvin Santos platicó frente a un gran número de estudiantes en la Universidad. Pese a resultar una conferencia relativamente tranquila, a la salida de su acto un grupo de estudiantes le empezó a increpar y lanzar globos de agua; uno de sus guardaspaldas tuvo que ser hospitalizado por contusiones en la cabeza y su automóvil resultó apedreado. El candidato liberal fue acusado de “golpista”, acusación que ha tratado de desmentir de diferentes formas, pero que le acompañará en la campaña. Estaba previsto que el candidato nacionalista Pepe Lobo desarrollara la misma actividad, que finalmente fue cancelada por falta de seguridad.

En este contexto se produjeron altercados en las puertas de la Universidad. La policía cargó sin contemplaciones y en lugar de lograr la dispersión de los “revoltosos”, provocó una reacción violenta de verdad, ya que los estudiantes estaban armados con cócteles molotov y piedras y atacaron sin miedo a las fuerzas de orden público. La Dra. Castellanos y parte de su equipo directivo salieron a tratar de apaciguar la situación, pero en una situación de caos incontrolado, ella fue empujada al suelo.

Finalmente algunos elementos de la policía violaron la autonomía universitaria ingresando al Campus en donde los estudiantes estaban destrozando franquicias de comida rápida y quemaron el automóvil de un estudiante. Esta actitud fue duramente criticada por la rectora que acusó a la policía de provocar a los estudiantes. Una vez la policía se replegó los destrozos se extendieron a las tiendas de comida rápida que se encuentran en las puertas de la universidad, e incluso, como se vio en la televisión, algún estudiante apedreó los cristales de un camión que casualmente se encontraba en el lugar.

Viaje a Sonaguera

Los ánimos no se calmaron ni las medidas represivas están de momento dando los resultados buscados. Finalmente fui a Sonaguera, ciudad “melista” por excelencia, en la que sin embargo no pude encontrar ni pintadas ni sensación de peligro alguno. La percepción que saqué de pláticas con partidarios muy próximos a Mel, la mayoría maestros, es que están muy agradecidos con Zelaya porque en esta administración se logró que se pavimentaran los siete kilómetros que les unen a la Carretera del Atlántico, y además les construyeron un boulevard y les pavimentaron algunas calles internas. También vi que están muy molestos con la situación política, pero que todavía tienen dificultades para entender qué es lo que se están jugando. Platiqué con una persona que estuvo en Las Manos y que señala orgullosa que pudo darle la mano a Mel Zelaya y Patricia Rodas; de regreso a casa los militares lo interceptaron en el camino con sus compañeros y les amenazaron de muerte mientras los encañonaban en el suelo. Más allá de la bravuconería de unos soldados analfabetos armados, la tortura psicológica no pasó de allá y les dejaron partir.

Me cuesta entender cómo mi interlocutor no se dio cuenta de los riesgos que corría enfrentándose al ejército. Daba la sensación de estar escuchando a un joven que había ido de aventura a un concierto, y que estaba dispuesta a dejarlo todo de nuevo y regresar, como efectivamente lo ha hecho en todas las manifestaciones importantes. Los manifestantes, contra lo que normalmente se dice en Nicaragua recibían los tres tiempos de comida igual que el presidente Zelaya.

Los apasionados están despertando

Para estos días se siguen preparando grandes manifestaciones. Tendremos que ver si se consolidan y cual va a ser la estrategia policial, porque lejos de calmarse parece que los más apasionados están despertando (eso sí en general sin salir muy lejos de su ciudad). Por otra parte los médicos y las enfermeras no secundaron el paro general convocado por el sindicato mayoritario de su sector y muchos maestros están empezando a pensar en organizar nuevos “colegios magisteriales”, porque están siendo obligados a no dar clases, pero tampoco quieren perder los “beneficios sindicales” que les reporta estar asociado a un colegio determinado.

Esta semana y quizá la que sigue serán fundamentales porque entre los miembros de la “resistencia” existe la convicción de que finalmente en Costa Rica se firmará un acuerdo favorable al regreso de Mel, y por ello tratarán de forzar la confrontación.

Si como es previsible no sucede nada en Costa Rica tendremos que esperar y ver lo que pasa; se frustrarán definitivamente o se generará una situación mayor de violencia. Ayer en una comunidad pobre un señor mató a su cuñado por decir que no le gustaba lo que Mel estaba haciendo. Mi experiencia en el campo me está mostrando que existe un apasionamiento muy fuerte, sin embargo si se bajan los ánimos y se señala que el sistema quebró y que lo importante es consolidar la democracia, los dos sectores se ponen de acuerdo y se unen a platicar sobre las cosas que son necesarias cambiar. Eso me convence de que es posible el diálogo en el seno de esta sociedad. La misma rectora de la Universidad que esta mañana denunciaba con mucha dureza la violencia policial, incluso regresándose hasta los ochenta, y que representa bien una izquierda moderada hondureña, hace semana y media dialogaba conmigo en la televisión y estaba absolutamente de acuerdo en que la única solución era reformar de una forma dialogada el sistema político.

La voluntad política de buscar un acuerdo existiría si los actores la impulsaran. La iniciativa impulsada por el ex comisionado de los derechos humanos Dr. Leo Valladares ha de ser aplaudida porque va en esta dirección. Sólo si los hondureños dialogan de forma sincera y sin prejuicios y se rebajan las diferencias es posible llegar a un acuerdo pacífico. Mucha capacidad de escuchar deberían tener los cancilleres que Insulza quiere enviar, mientras Zelaya da vueltas por América Latina, porque si pretenden llegar a imponer una solución determinada están predestinados a perder el tiempo.

Inquieta la presencia militar

Los militares no deben opinar ni deliberar. No tienen la capacidad formativa suficiente para enfrentar preguntas de una forma profesional, ni deben exponer su opinión “personal” a la discusión pública porque son miembros de una institución no deliberante. Las declaraciones “personales” de un general en activo señalando que evitaron la llegada del comunismo y de un coronel demandando la clausura de Radio Globo por llamar a la insurrección, deberían ser castigadas con la pérdida de la carrera militar de ambos.

Los militares deben realizar sus funciones con discreción y dejar que otros se dediquen a la política. Si Micheletti no entiende eso, el próximo presidente tendrá muchas más dificultades para gobernar, y probablemente los militares se consolidarán como un actor político importante, lo que hasta ahora se previno gracias a las reformas de los noventa.

La comunidad internacional equivocada

Con los acuerdos de San José estancados, la comunidad internacional intenta presionar por todos los medios al gobierno de Honduras para que Zelaya regrese al poder. Se equivocaron en el análisis. En lugar de ver el colapso de un sistema político autoritario que se legitimaba periódicamente mediante elecciones, y apreciar la oportunidad de llegar a un pacto de las diferentes fuerzas de la sociedad civil para generar una nueva constitución más acorde con la democracia y con los intereses de la mayoría, se identificó la crisis como un “golpe de estado” clásico y se trató de ahogar a un país pobre, pero orgulloso y nacionalista. Las consecuencias de errar el diagnóstico son graves para la región, y para la propia percepción que tienen los militares sobre ellos mismos.

Se ha consolidado internacionalmente la idea de que los militares tomaron el poder en Honduras y ello no es cierto. Sin embargo la insistencia de la comunidad internacional, anclada en ideas de la guerra fría y en sus propios intereses y los errores del gobierno de Micheletti, que parece que ahora quiere instrumentalizar también a los militares, pueden llegar a convertirse en un riesgo que lleve a que los militares se crean que efectivamente son un actor determinante. Esta visión puede tener además efectos contagiosos en otras instituciones armadas del hemisferio. Ello no será culpa sólo de los hondureños, a los que se les quebró el sistema por el abuso de sus elites, sino de una comunidad internacional miope e hipócrita.

Esta crisis será muy larga. En noviembre se celebran en Honduras elecciones que fueron convocadas antes de la caída de Zelaya. Buena parte de la comunidad internacional está señalando que si los acuerdos de San José no se firman no legitimarán el proceso. Quieren negarle la sal y el agua a Honduras. De esta forma no apoyan la democracia, sino la consolidación de un régimen que se irá encerrando cada día más en sí mismo y se volverá cada vez más autoritario.

Los hondureños están deseosos de una democracia en la que nunca han vivido de forma real; y estarían dispuestos a olvidarse de las personas y las pasiones y a tratar de buscar nuevas normas de convivencia. Sin embargo este proceso debería ser acompañado e impulsado por una comunidad internacional que muestra demasiada soberbia e intereses para dar salida a una crisis como la hondureña, que forma parte de los sistemas políticos latinoamericanos que Naciones Unidas señaló en el 2004, en su informe “La democracia en América Latina”, que si no reformaban sus dinámicas entrarían en graves problemas.

Español, naturalizado mexicano, Carlos Barrachina Lison es catedrático e investigador de temas de Defensa y Seguridad. Tiene un doctorado en Ciencias Politicas, Departamento de Ciencia Política y de la Administración de la UNED "El regreso a los cuarteles. Militares y cambio político en la transición
española (1976-1981).
Es secretario de Posgrado de la Division de Ciencias Politicas de la Universidad de Quintana Roo en Mexico y miembro del Sistema Nacional de Investigadores mexicanos en el nivel 1.
Ha trabajado 4 años en Washington, D.C., como profesor e investigador en el Centro de Estudios de Defensa Hemisférica en la National Defense University.
Libros: Democracias en transición en Honduras y Nicaragua. Gobernabilidad, seguridad y defensa;. Carlos Barrachina (Coordinador). Plaza y Valdés /Universidad de Quintana Roo, México-Barcelona 2009.
La participación política de los militares en la transición española;. Ediciones Pomares/Universidad de Quintana Roo, México-Barcelona 2007.
Procès a la Guàrdia Civil. Causa 1/39, en colaboración con Manel Risques. Pórtic/ Enciclopedia Catalana. Collecció Monografíes. Barcelona, 2000.

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