Del Santoral cristiano

Por su familiaridad con Dios, el pueblo español es uno de los más irreverentes del mundo, y alguna vez inventó una nómina de santos patrones que, aunque suena impía, en el fondo no pasa de ser un inocente pasatiempo lingüístico.

Según ese almanaque, el patrón de los taxistas sería San Frenando y el de los vendedores de fruta Santa Cerecita del Niño Jesús, el de los boticarios San Frasquito de Sales y el de los novios San José de Arrímatematea, y para rematar la faena, el de los toreros sería San Pedro, porque oyó los avisos y cortó una oreja.

Pero no hace falta andar despilfarrando ingenio. Tengo la buena costumbre de iniciar el día con la consulta de mi Calendario religioso, astronómico y literario, arreglado al meridiano de Barcelona y publicado anualmente por Fray Ramón, ermitaño de los Pirineos, y casi todas las mañanas me encuentro en él con santidades de lo más multifacéticas y al mismo tiempo más obvias, por decir lo menos.

Así, el 7.10., el calendario cristiano celebra la festividad de San Baco, evidente advocación de los borrachitos; el 25.11., San Mercurio, que tiene como misión amparar a los termómetros; el 11.2., San Dativo, inapelable auspicio de las declinaciones; el 20.2., San Tiranio, de protección impetrada por los dictadores, y el 11.9., San Paciente, patrón de quienes esperan a que su novia termine de embellecerse ante el espejo.

Y díganme ustedes si no habría gremios lo bastante congruentes para ofrecerle patronazgos a San Mamerto (11.5.), San Sándalo (3.9.), San Cereal (14.9.), San Leopardo (30.9.), San Frontón (25.10.), San Invento (10.12.), San Cornelio (16.9.), San Pascual Bailón (17.5), cuyo himno debiera ser un merengue, o un bolero, y San Pacífico (24.9.), a quien debería nombrarse —por decreto— santo patrón de Colombia: como chiste o como propósito de futuro.

Les hago merced de otras advocaciones igual de curiosas que las precedentes, y para que las lectoras no digan que ninguneo al sexo dizque débil, recordaré a Santa Tecla, patrona de las mecanógrafas, antaño, y de las informáticas, hogaño; y a Santa Pomposa (19.9.); Santa Osita (7.10.); Santa Ninfa (10.11.), protectora de las Lolitas; Santa Agatónica (13.3.), que sólo por una letra no es la patrona de un agua efervescente; Santa Mafalda, infanta de Portugal (2.5.), bajo cuyo patronazgo viven los cómics; Santa Olimpíada (17.12.), y en fin, nada menos que Santa Erótida (6.10.) y Santa Eroteida (27.10.), cuyas onomásticas se ubican prudentemente lejos de San Venerio (13.9.) y aún más lejos de San Afrodisio (30.4.), además de que como contrapeso, ese mismo 6 de octubre, sabiamente, la Iglesia ha colocado junto a Santa Erótida al irreprochable San Casto.

Y quede constancia de que no me inventé ni uno solo de tales nombres. Como no dijo Oscar Wilde, la Naturaleza limita al Arte.

Ricardo Bada (*Huelva/España, 1939), escritor y periodista residente en Alemania desde 1963. Autor de La generación del 39 (cuentos, 1972), Basura cuidadosamente seleccionada (poesía, 1994), Amos y perros (cuento, 1997), Me queda la palabra (ensayos, 1998) y Los mejores fandangos de la lengua castellana (parodias, 2000). Editor en Alemania, junto con Felipe Boso, de una antología de literatura española contemporánea (Ein Schiff aus Wasser [Un barco de agua]), y en solitario, de la obra periodística de Gabriel García Márquez y los libros de viaje de Camilo José Cela. Colaborador regular de ABC, Letras Libres, Cuadernos Hispanoamericanos, Revista de Occidente, Vasos Comunicantes y Revista de Libros (España), Nexos y La Jornada (México), SoHo, El Malpensante y El Espectador (Colombia), SoHo (Costa Rica) y La Opinión (Los Ángeles/California).

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